Flavio Salazar: "La ciencia no puede estar supeditada al interés individual o productivo"
Entrevista | "La ciencia debe ir viendo cómo resolver problemas y como genera posibilidades a sus ciudadanos para que puedan gozar del fruto del conocimiento, eso es la democratización del conocimiento."
Por Amelia Donoso Ibarra
Octubre, 2022Para comprender en qué momento un científico decide poner todo su capital al servicio de un nuevo modelo de desarrollo y cuáles son a su juicio las experiencias necesarias de observar y dónde hay que poner los énfasis, conversamos con el Dr. Flavio Salazar Onfray, quien estuvo a cargo del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación entre marzo y septiembre de 2022. De regreso a la docencia en la Universidad de Chile, continúa en la senda de convencer que la ciencia debe ser una fórmula para el buen vivir y para ello, entre otras cosas, será necesario democratizar el conocimiento y descentralizar la gestión y los recursos públicos.
En qué momento de su carrera surge la idea de construir una estrategia o un modelo de desarrollo para el país, desde las ciencias.
Este ha sido un proceso acumulativo y de experiencia de vida. Yo partí con una experiencia internacional porque me formé en el extranjero, donde hice mi doctorado y conocí una realidad distinta a la nacional. Cuando volví al país y me incorporé a la Universidad de Chile intenté seguir esa cultura de hacer ciencias más conectada con las necesidades de la sociedad y en ese contexto comencé trabajando en la búsqueda de aplicaciones para la inmunología antitumoral, que era mi línea. Empecé a desarrollar estrategias terapéuticas basadas en el sistema inmune (inmunoterapia) para el cáncer y me vinculé con el oncólogo Carlos Ferrada, con quien comenzamos a diseñar una estrategia para aplicar nuestras investigaciones al área clínica directamente.
Con este trabajo nace la idea de la transferencia tecnológica, el tema del rol de lo privado y lo público, basado en la experiencia real de ir generando patentes y capacidades que sumaran los intereses individuales, pero también los intereses nacionales. Esto me llevó a la vice rectoría de investigaciones y estando ahí comencé a trabajar para que la ciencia, en todas sus expresiones, desde lo básico, lo aplicado, las ciencias sociales y las humanidades, convergieran hacia un mayor impacto social, una mejor calidad vida para las personas, y así fuimos desarrollando programas que iban en esa dirección, que se enfocaran en proyectos, en colaboraciones interdisciplinarias que abordaran desafíos que eran urgentes para el país.
A partir de la experiencia de todos estos años nació la idea de trabajar un nuevo modelo de desarrollo. El concepto de nuevo modelo de desarrollo se fue acuñando al calor de las campañas de esta última elección, la primera en la que me tocó participar, que fue la de Daniel Jadue y después la de Gabriel Boric, donde convergieron miradas que implicaban que debiésemos avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo que fuera sustentable no sólo en el ámbito ambiental, sino socialmente y económicamente, y eso requería una estrategia, y eso fue lo que se intentó aplicar en el Ministerio. Entonces, fue un crecimiento que se va dando en la medida que avanzó mi carrera, fuertemente basado en la experiencia personal.
De lo que estamos hablando es que yo he hecho investigación básica, clínica, aplicada, he formado empresa, he estado en la dirección de la Universidad para generar proyectos multidisciplinarios y me ha tocado dirigir el Ministerio. Todo lo que está plasmado en ese modelo nace de la experiencia, discusión y reflexión en el ambiente científico nacional.
Con este modelo llega al Ministerio ¿hasta dónde pudo avanzar?
En lo conceptual era incorporar la ciencia como un instrumento clave para sostener un modelo de desarrollo que no solo tiene que ver con la ciencia, tiene que ver con todos los elementos que condicionan la productividad del país y el desarrollo de capacidades humanas y tecnológicas que se puedan tener. Lo que hicimos fue diseñar un plan para aplicar este nuevo modelo, pero no solo en lo teórico sino que teniendo claro cuáles eran los hitos o elementos que caracterizaban este modelo. Ahí nace el plan que diseñamos y que contenía temas como soberanía científica en el área espacial, la fabricación de satélites, la fabricación de vacunas en nuestro país, el generar investigación en humanidades y ciencias sociales pero con una clara visión de aplicación, que no fuese solo una reflexión, sino también asociados a los impactos que tenían las tecnologías en el medio ambiente, en el desarrollo humano.
Todo el plan que diseñamos conversaba con este nuevo modelo de desarrollo. Desde la ciencia el modelo tiene que ver también con la CORFO, con el ministerio de economía, el ministerio de hacienda, con el hidrógeno verde, la empresa nacional del litio y si bien estos temas escapaban al ámbito del ministerio de ciencia, el modelo de desarrollo lo tratamos de plasmar en conversaciones con los ministros de diversas carteras.
Nosotros avanzamos creo, fuertemente en lo conceptual, pero en los seis meses no logramos que eso se reflejara en un proyecto concreto, porque claramente fue poco tiempo. Venía el nuevo presupuesto y con ello comenzaríamos a construir las capacidades en el país con una visión mucho más integral de lo que debería ser la ciencia, tomando en cuenta proyectos estratégicos en formación de recursos humanos que fuesen atingentes a ese modelo, con una colaboración regional que descentralizara las capacidades tomando en cuenta los laboratorios naturales. Había una visión compleja de lo que era el nuevo modelo de desarrollo, una idea clara que conceptualmente la desarrollamos, pero que en la práctica, en seis meses, no alcanzamos a aplicar.
Uno de los ejes de esta estrategia ha sido la descentralización y democratización del conocimiento. Para aterrizar esta idea, la Universidad de Chile puede cumplir el rol convocante, coordinador y ejecutor de encuentros regionales para dar a conocer este modelo.
Claramente, creo que a quienes más les hizo sentido esta propuesta fue a las universidades del Estado que iban a cumplir un rol clave. Nosotros pensábamos que para desarrollar proyectos que tuvieran impacto regional que descentralizara, no basta con generar recursos dirigidos a la región si no hay proyectos emblemáticos estratégicos que involucren no sólo a las universidades regionales: lo que esperaríamos ahí es la asociatividad de las universidades públicas del Estado, regionales, con universidades nacionales, con el sector productivo y los gobiernos regionales. Eso está totalmente vigente, creo que esa es una estrategia que las universidades como la Chile debiese implementar en una relación más directa con las universidades estatales de regiones —decir que esto está más adelantado después de la gestión del rector Vivaldi—, pero además con un contacto directo con los gobiernos regionales. Ahí hay una fuente de diversificación de recursos bien importantes para proyectos de este tipo.
Hoy desde mi posición de profesor en la universidad estoy fuertemente motivado para articular proyectos del área que a mí me compete, que es la oncología, con la vinculación de universidades regionales como Magallanes, Valdivia. Ahora tenemos un proyecto en Antofagasta. Esto es una necesidad vigente y que podemos aplicar.
Usted comparte la idea que en los ámbitos de la medicina y medio ambiente es donde la ciencia tiene mejores relaciones con la política y que son en éstos ámbitos donde hay que fortalecer el trabajo.
Creo que el ejercicio de cualquier profesión, de alguna manera, se conecta con la política, pero particularmente en Chile donde por muchas décadas las ciencias han sido postergadas porque el modelo de desarrollo ha estado centrado en la extracción y explotación de recursos naturales que exigen ciertas tecnologías ya existentes, por lo que los niveles de innovación son bajos; quizá en los últimos años aumentó en las empresas mineras, pero todavía es insuficiente. Pero la ciencia en temas como salud, donde hay un gran avance de tecnología, donde hay plataformas genómicas, donde hay sistemas de mega datos, es un área urgente de abordar, y también en áreas como el medio ambiente donde la crisis del cambio climático exige generar conocimiento para una adaptación y mitigación de los impactos que se están teniendo y que se seguirán teniendo como resultado de la crisis. Entonces sí, estoy de acuerdo con ello, pero creo que un tema que en Chile tratamos de impulsar pero que hay que seguir profundizando, es la capacidad de análisis de datos.
Creo que el dato hoy día, la data, es el oro y nosotros tenemos capacidades que están ultra fragmentadas, distribuidas entre el sistema privado y público pero que no conversan y que no tienen una gobernanza común y eso impide, por ejemplo, que podamos cruzar datos de salud con datos de condiciones ambientales, socioeconómicas, porque están en plataformas distintas. Entonces creo que un esfuerzo que el Estado debe promover es una gobernanza de datos que permita generar mayores capacidades técnicas con instrumentos que se pueden adquirir pero que además con la formación de recursos humanos puedan darle una utilización fluida a estas nuevas capacidades. Desde ahí se puede montar una plataforma de cambio cultural importante donde la ciencia puede jugar un papel importante.
Usted estudió en el extranjero (Suecia.) Cómo se vive la relación entre ciencia y política ahí, qué destacaría en esa relación.
Allá, la ciencia y la innovación son parte esencial del modelo de desarrollo escandinavo. Ellos partieron con capacidades de recursos naturales igual que nosotros, en hierro, metales, en la minería, pero rápidamente derivaron a capacidades de generación de conocimientos y hoy día la economía sueca se basa en la innovación tecnológica. Ellos apuestan mucho a generar desde el Estado oportunidades para que se vayan desarrollando iniciativas privadas, público-privadas, y que diversifiquen su economía. Ahí uno tiene mucho que aprender. Ellos han sido muy pragmáticos y muy flexibles en cuanto a cuál es el rol que el Estado juega en esto, no hay controversia entre estatismo y neoliberalismo, sino que buscan combinaciones que van desde la asociatividad público-privado desde las empresas públicas y también del fomento de iniciativas privadas desde el propio Estado, entonces tienen una visión muy pragmática cuyo centro es facilitar la innovación. Es un modelo bien interesante en donde ellos vinculan lo que primero se llamaba la triple hélice que era: Universidad, Industria y Estado/gobierno, y ahora se le agrega la sociedad, es decir, la democratización del conocimiento, y con esos elementos ellos han promovido diversidades de iniciativas que convergen todas en mayores innovaciones y una capacidad de exportación de tecnología enorme.
Usted ha señalado que la ciencia debe apuntar al buen vivir ¿cómo se puede vivir mejor desde las ciencias?
En general los conocimientos que prevalecen, desde la prehistoria en adelante, son aquellos que de alguna manera impulsan un mejor vivir. Cuando uno ve lo que es el desarrollo de la medicina, de la alimentación, la agricultura, la pesca, los que generan mayor productividad, son invenciones o conocimientos que generan mayor bienestar y son los que prevalecen, entonces la ciencia es lo mismo y en esto el Estado debe jugar un rol relevante.
La ciencia no puede estar supeditada al interés individual o productivo como muchas veces se ha planteado cuando se dice que los científicos se pongan al servicio de la industria para generar mayor plusvalía. La ciencia debe ir viendo cómo resolver problemas y como genera posibilidades a sus ciudadanos para que puedan gozar del fruto del conocimiento, eso es la democratización del conocimiento. Pero para poder gozar de eso se debe tener una mirada integral, que parte de la educación, no es solo lo científico, la ciencia es como los cimientos. Hay que llegar a las personas con programas desde la más tierna infancia para que vayan socializándose con una mirada científica y crítica donde vayan adquiriendo valores que permitan que la sociedad, en su conjunto, apunte a un buen vivir.
La definición del buen vivir no es algo que se pueda hacer desde la teoría, se debe hacer con la discusión democrática y los intereses que la propias sociedades vayan determinando, en algún momento o lugar será el tema del agua y en otro lugar serán otros los temas.
Desde la derrota del plebiscito por una nueva constitución en qué pie quedó esta propuesta de un nuevo modelo de desarrollo.
Uno trata de no ser pesimista. Creo que hay algunos elementos que van a ser permanentes porque fueron los que generaron la explosión social de octubre de 2019, desde ahí en adelante hay varios elementos que quedan.
Una visión unilateral donde prevalecía una mirada solamente respecto a lo económico ya no prevalece y no es sostenible. Hay gente que reclama por mayores niveles de bienestar, entonces creo que esa necesidad de cambio está. Ahora claro que hay un retroceso importante respecto a las perspectivas que todos nos habíamos hecho en cuanto al ritmo de los cambios, creo que eso se ha visto mermando.
Creo que el rechazo ha promovido un atrincheramiento de posiciones conservadoras que hoy exigen o interpretan como un no querer cambios y eso va a dificultar bastante un nuevo modelo de desarrollo, pero yo creo que hay que perseverar, hay que descentralizar la demanda y no solo enfocarnos en lo que puede hacer el gobierno, sino lo que pueden hacer instituciones como las universidades, los gobiernos regionales. Estos deben hacer su propio plan de acción que vaya implementando este nuevo modelo de desarrollo, porque creo que es una necesidad que permanece, ello porque la sustentabilidad como exigencia es clave, el tema de la igualdad de género es clave, el tema de la descentralización es clave. Esas demandas no han cambiado, por ello creo que hay que seguir implementándolo aunque desde una mirada distinta, porque desde el gobierno hoy es mucho más difícil, no será fácil, habrá una gran resistencia sobre la cual el gobierno tendrá que tomar decisiones.